1 [HANÓN] (Han.) (vol. I/1)
PERIPLO DE LAS REGIONES LIBIAS DE LA TIERRA SITUADAS MÁS ALLÁ DE LAS COLUMNAS DE HERACLES
 

Parecióles bien a los cartagineses que Hanón navegara más allá de las Columnas de Heracles y que fundara ciudades de libiofenicios. Y emprendió viaje llevando consigo sesenta pentecónteras y un contingente de más o menos treinta mil hombres y mujeres, así como provisiones y demás preparativos.

2 Y cuando, tras hacernos a la mar, sobrepasamos las Columnas y recorrimos más allá de ellas un trayecto de dos días, fundamos la primera ciudad, a la que dimos por nombre Timiaterio; a sus pies se extendía una amplia llanura. 3 Y a continuación, tras hacernos a la mar rumbo a Poniente, nos reunimos en Solunte, un promontorio libio cubierto de árboles. 4 Tras erigir allí un templo en honor de Posidón nos embarcamos de nuevo rumbo a Levante durante medio día, hasta que arribamos a una laguna situada no lejos del mar, llena de junco abundante y de gran tamaño; había también en ella elefantes y otros muchísimos animales salvajes comiendo. 5 Después de haber sobrepasado en un día de navegación la laguna fundamos junto al mar unas ciudades llamadas Cariconticos, Gite, Acra, Melita y Arambis.

6 Y tras hacernos a la mar desde allí llegamos a un gran río, el Lixo, que fluye desde Libia; en sus riberas apacentaba sus ganados un pueblo nómada, los lixitas, junto a los cuales permanecimos algún tiempo, haciéndonos amigos suyos. 7 En el interior del territorio de dicho pueblo vivían inhospitalarios etíopes, habitantes de una tierra llena de animales salvajes, seccionada por grandes montañas, de las cuales se dice que fluye el Lixo y que en sus proximidades viven unos hombres de aspecto raro, los trogloditas, quienes, según cuentan los lixitas, son más rápidos que los caballos en la carrera.

8 Tras tomar intérpretes de entre ellos costeamos el desierto rumbo al Sur durante dos días, y luego nuevamente rumbo a Levante durante un día; encontramos allí, en el fondo de un golfo, una pequeña isla de cinco estadios de bojeo, la cual colonizamos dándole por nombre Cerne. De acuerdo con nuestro recorrido, llegamos a la conclusión de que ella estaba situada en línea recta con respecto a Cartago, pues era igual el trayecto desde Cartago hasta las Columnas y desde éstas a Cerne.

9 Desde allí llegamos a un lago remontando un gran río de nombre Crémetes; dicho lago contaba con tres islas, mayores que Cerne. Tras un día de navegación llegamos desde éstas al fondo del lago, sobre el cual se alzaban enormes montañas, llenas de hombres salvajes vestidos de pieles de animales, que tirándonos piedras nos obligaron a retirarnos no dejándonos desembarcar. 10 Navegando desde allí llegamos hasta otro río grande y ancho, lleno de cocodrilos e hipopótamos, lugar desde donde, tras darnos de nuevo la vuelta, regresamos a Cerne.

11 Desde allí navegamos rumbo al Sur durante doce días bordeando la costa, que estaba toda ella habitada por etíopes que huían de nosotros y no se nos enfrentaban; hablaban una lengua ininteligible incluso para los lixitas que nos acompañaban. 12 Así que el último día fondeamos junto a unas altas y frondosas montañas; la madera de sus árboles era aromática y de variados colores. 13 Tras circunnavegar dichas montañas durante dos días llegamos a un inmenso espacio de mar abierto, al otro lado del cual, junto a la costa, había una llanura, lugar desde donde, por la noche, vimos de lejos que se alzaban por todas partes fuegos a intervalos, unas veces más, otras menos.

14 Desde allí, tras aprovisionarnos de agua, seguimos navegando hacia adelante durante cinco días junto a la costa, hasta que llegamos a un gran golfo que, a decir de los intérpretes, se llamaba Hesperúceras; en dicho golfo había una isla grande, y en la isla un lago formado por el mar, y en éste otra isla, tras desembarcar en la cual durante el día no vimos nada más que selva, pero por la noche observamos numerosos fuegos encendidos y oímos sonido de flautas, ruido de címbalos y timbales y mucho griterío; así pues, el miedo hizo presa de nosotros y los adivinos nos aconsejaron abandonar la isla.

15 Tras zarpar con premura, sobrepasamos un territorio ardiente, lleno de emanaciones; desde él desembocaban en el mar enormes torrentes de fuego; la costa, debido al calor, resultaba inaccesible. 16 Por tanto, también de allí zarpamos con premura, presas del miedo. Durante un recorrido de cuatro días estuvimos divisando por la noche la costa llena de llamas; había en medio un fuego muy elevado, mayor que los demás, que daba la impresión de alcanzar las estrellas; sin embargo, de día nos dimos cuenta de que dicho fuego era una montaña muy alta, llamada Teonoquema.

17 Después de costear desde allí torrentes de fuego durante dos días, llegamos al tercero a un golfo llamado Notúceras; 18 en el fondo había una isla semejante a la anterior, ya que contaba con un lago y en dicha isla había otra llena de seres salvajes. Había muchas más hembras, de cuerpo muy peludo, a las que los intérpretes llamaban Gorilas. A pesar de perseguir a los machos, no pudimos atraparlos, sino que todos lograron escapar dado que eran fáciles escaladores y se defendían con las piedras, pero sí cogimos a tres hembras que, mordiendo y arañando a los que las traían, se resistían a seguirles; no obstante, tras darles muerte las desollamos y transportamos sus pieles a Cartago. Pues ya no continuamos navegando más adelante debido a que nos faltaban provisiones.

 
F 1 ESCÍLAX (Esc.) (vol. I/1)
PERIPLO DE LAS REGIONES SITUADAS MÁS ACÁ Y MÁS ALLÁ DE LAS COLUMNAS DE HERACLES ¿O PERIEGESIS?
 
1 (HERÓDOTO, IV 44) La mayor parte de Asia fue descubierta por Darío, el cual, deseoso de averiguar, por lo que respecta al río Indo, el lugar en que desemboca en el mar dicho río, que, de entre todos los ríos, es uno de los dos que alberga cocodrilos, envió en barcos a un grupo de exploradores con el convencimiento de que habrían de contarle la verdad, y entre ellos a Escílax de Carianda. Éstos, tras partir de la ciudad de Caspatiro y de la región de Páctica, emprendieron su viaje de descenso por el río en dirección a Oriente y a la salida del Sol hacia el mar, y navegando por el mar en dirección a Occidente llegaron después de treinta meses al lugar desde el cual el rey de los egipcios encargó a los fenicios a que antes me referí la circunnavegación de Libia. Tras culminar dichos expedicionarios su periplo, Darío sometió a los indios y pudo hacer uso de dicho mar. De este modo se pone de manifiesto que, salvo la parte que da a Levante, también el resto de Asia presenta la misma disposición geográfica que Libia.
2 (Escolio a 2 [PsEsc.], 1 [vol. I/2]) Escílax de Carianda es un personaje muy antiguo. Cuando la mayoría de las regiones de nuestra ecúmene y del mar que cae dentro de las Columnas de Heracles eran todavía desconocidas por muchos, se propuso escribir un Periplo de la ecúmene. Pues sus zonas orientales las dio a conocer todas ellas a la humanidad Alejandro de Macedonia, y las de los pueblos occidentales la pujanza de los romanos, que se impusieron a éstos mediante la guerra. Así pues, por dicha causa no pudo lograr un preciso conocimiento de la totalidad de los territorios, pero llegó a circunnavegar de forma correcta y con exactitud la mayoría de las regiones, como el golfo Jonio o Adriático, además del Ática y de todo el Peloponeso junto con los pueblos que allí habitaban, a lo que se suma su correcta descripción de otras regiones del mar y de quienes habataban sus inmediaciones. En cierto modo, parece haber hecho también él de la concisión como una especie de justificación del desconocimiento de la mayoría de los territorios, al pretender que, por medio de muy pocos lugares, traten de descubrir o lleguen a conocer sus lectores la mayoría. De la antigüedad del personaje es un claro indicio el hecho de que no conozca a Alejandro, rey de los macedonios, ni a ninguno de los que vivieron poco antes de aquella época, de tal manera que nadie se equivocaría al considerar digno de admiración a dicho hombre por haber sido capaz de tratar tal número de regiones. Elio Dío, en el libro primero de Sobre Alejandría, dice que Escílax dedicó su obra a Darío.
3 (ATENEO, II 82 [70a-c]) Cínara. Sófocles en Las cólquides llama a ésta «cínara», y en Fénix dice: “el cardo cínaro llena todo el campo”. Hecateo de Mileto en la Periegesis de Asia... dice que también en los alrededores del río Indo crece la cínara. E igualmente Escílax o Polemón escribe: “la comarca se ve regada por manantiales y acequias, y en los montes se cría la cínara y otro tipo de plantas”.
4 (II 82 [70c-d]) Y a continuación: “desde allí se extendía a uno y otro lado del río una cadena montañosa elevada y cubierta de agreste maleza y espina cínara”. El gramático Dídimo, al comentar en Sófocles el «cardo cínaro», afirma: “es posible que se esté refiriendo al escaramujo, dado que dicha planta es espinosa y áspera; pues en efecto la Pitia llamó a ésta «perro de madera», y el locro que había recibido el oráculo de fundar una ciudad allí donde fuera mordido por un perro de madera, al ser arañado en la pierna por un escaramujo fundó la ciudad”. El escaramujo es algo intermedio entre mata y árbol, según dice Teofrasto, y tiene el fruto rojo, semejante a la granada; tiene también una hoja parecida a la del agnocasto.
5 (ARISTÓTELES, Política VII 13, 1-2) Dado que toda comunidad ciudadana está formada por gobernantes y gobernados, hay que considerar si es preciso que los gobernantes y los gobernados sean diferentes o los mismos de por vida, pues está claro que también la educación deberá ser acorde con la opción que se elija. Si, en efecto, pudieran ser tan diferentes los unos de los otros cuanto consideramos que los dioses y los héroes se diferencian de los hombres, dotados a todas luces de una superioridad primero en cuerpo y luego en alma, de forma que fuera indiscutible y manifiesta la supremacía de los gobernantes sobre los gobernados, está claro que sería mejor que de una vez por todas fueran siempre los mismos tanto los que gobiernan como los que son gobernados. Pero, dado que esto no es fácil de conseguir y que la situación no es semejante a la que describe Escílax refiriéndose a los indios, cuyos reyes difieren tanto de sus súbditos, resulta evidente que por muchas razones es necesario que todos compartan por igual la posibilidad de gobernar y ser gobernados de forma sucesiva.
6 (HARPOCRACIÓN, s.v. ὑπὸ γῆν οἰκοῦντες) Antifonte en Sobre la concordia. Puede referirse a los denominados trogloditas por Escílax en el Periplo y a los llamados catudeos por Hesíodo en el libro tercero del Catálogo.
7 A (FILÓSTRATO, Biografía de Apolonio de Tiana 3, 47) Que [sc. “dijo Yarcas”] los pigmeos habitaban bajo tierra y residían más allá del Ganges, viviendo del modo que todos han contado, pero que los hombres esciápodes o macrocéfalos o cuantas otras denominaciones nos recuerdan los escritos de Escílax al referirse a estos pueblos, ni vivían en parte otra alguna de la tierra ni desde luego entre los indios. B (TZETZES, Quilíadas VII 629-644) Se conserva un libro de Escílax de Carianda que se hace eco de la existencia en las cercanías de la India de unos hombres a los que llama esciápodes, así como de los otolicnos. De entre ellos los esciápodes poseen unos pies muy anchos, y a la hora del mediodía, tras echarse al suelo, se dan sombra a sí mismos levantando los pies, y los otolicnos, al estar dotados de grandes orejas, se cubren igualmente a sí mismos con ellas a modo de sombrillas. Dicho Escílax recoge también otras innumerables anécdotas acerca de los monoftalmos, de los henotictontes y de otras muchísimas visiones monstruosas. Y afirma que estas noticias son verdaderas y no frutos del engaño, pero yo las considero falsas por falta de confirmación. Sin embargo, que son verídicas tales informaciones e incluso algunas cuya constatación en la vida es más inaudita lo defienden otros muchos, como Ctesias, Yambulo, etc.
8 (AVIENO, Orla marítima 370-374) Mas afirma Damasto [F 4 (Dam.), fr. 2] que cuanta agitada ola fluye entre las Columnas apenas supone siete estadios. Escílax de Carianda asegura que el agua que media entre las Columnas alcanza una anchura semejante a la del mar en el Bósforo.
9 (Escolio a APOLONIO DE RODAS, IV 1215) Los nesteos y Órico: dice Escílax que los nesteos son un pueblo ilirio: “el trayecto desde éstos hasta el golfo *** es de ***”. Y Eratóstenes en el libro tercero de la Geografía dice: “tras los ilirios vienen los nesteos, frente a cuya costa se halla la isla de Faros, colonia de los parios”.
10 (I 1177-1178a) A los poblados de la región Ciánide, junto al monte Argantoneo y la desembocadura del Cío. Con actitud hospitalaria... les dieron la bienvenida los misios, habitantes de aquella tierra: perífrasis por Cío [sc. “región Ciánide”]. Se trata de una ciudad de Misia que recibe su nombre de Cío, el fundador de esa colonia de los milesios, según cuenta Aristóteles en la Constitución de los cianos. Estuvo habitada primero por misios, luego por carios y en tercer lugar por milesios. Recibe también este mismo nombre un río que baña la ciudad, del que hace mención Escílax de Carianda.
11 (ESTRABÓN, XII 4, 8) De que Bitinia era un asentamiento de misios dará testimonio en primer lugar Escílax de Carianda al afirmar que en los aledaños del lago Ascanio habitaban frigios y misios, y lo mismo testifican luego Dionisio, el autor de Relatos fundacionales..., Euforión... y Alejandro el Etolo..., dado que el lago Ascanio no se encuentra en ningún otro sitio, sino aquí exclusivamente.
12 (XIII 1, 4) [= F 4 (Dam.), fr. 6]
13 (CONSTANTINO PORFIROGÉNITO, Sobre los temas I 2) El tema llamado Armeníaco no recibe dicho nombre con propiedad ni la suya responde a ninguna designación antigua..., pues no hicieron mención de tal denominación ni Estrabón, ni Menipo, autor de Estadiasmos de toda la ecúmene, ni desde luego Escílax de Carianda, ni Pausanias, ni ningún otro de cuantos escribieron historias.

 

F 2 EUTÍMENES (Eut.) (vol. I/1)
¿PERIPLO DEL MAR EXTERIOR?
 
1 (ELIO ARISTIDES, Discurso egipcio 85) Hasta aquí lo que tenemos que decir en contra de la sabiduría y de la novedosa opinión de Éforo, dado que se jacta incluso de haber alcanzado él solo la verdad. Sin embargo, me he divertido con el mar de agua dulce de más allá de Libia que fluye hacia el interior bajo el efecto de los etesios, además de con sus cocodrilos y con unas fábulas masaliotas que superan a las sibaritas. Pues si no te das cuenta, graciosísimo Eutímenes –en el caso de que Éforo exponga la verdad al afirmar que tal es tu opinión–...
2 (ANÓNIMO FLORENTINO, Sobre las crecidas del Nilo 5) Eutímenes de Masalia, tras haber navegado él en persona hacia el mar exterior, afirma que éste fluye hasta Libia y está orientado hacia el Bóreas y el Norte, y que durante el resto del año se mantiene la mar menguada, mas al llegar los etesios, se crece al empuje de los vientos y fluye hacia el interior en esas fechas, pero cuando los etesios cesan, se retira. Y añade que dicho mar es de agua dulce y que abunda en monstruos marinos semejantes a los cocodrilos e hipopótamos del Nilo.
3 A (SÉNECA, Cuestiones naturales IVa 2, 22. 24) Eutímenes de Masalia refiere el siguiente testimonio: “yo he recorrido –dice– el mar Atlántico. Desde allí el Nilo baja crecido mientras dura la estación de los etesios, pues en esa época el mar se sale de madre impulsado por los vientos. Cuando remiten éstos, vuelve la mar a su calma y mengua entonces el caudal del Nilo en su descenso. Por lo demás, dicho mar es de sabor dulce, y las bestias marinas que alberga son semejantes a las del Nilo”... Añádase que su testimonio es refutado por una multitud de testigos, pues entonces había lugar para el embuste por ser desconocidas las regiones exteriores, y ellos se podían permitir contar historias fabulosas. B (JUAN LIDIO, Sobre los meses IV 107) Eutímenes de Masalia afirma haber recorrido el mar Atlántico y haber reconocido que el Nilo parte desde aquél, y que su caudal aumenta cuando soplan los llamados etesios, pues declara que entonces el mar se sale de madre por efecto de los vientos, y que cuando cesan éstos vuelve a su calma. Añade que el agua del mar Atlántico es más o menos dulce, y que los animales que en él viven son semejantes a los del Nilo.
4 A (AECIO, IV 1, 2) Eutímenes de Masalia considera que el río aumenta de caudal debido al agua recibida del océano y del mar exterior, que, según él, es dulce. B (PS.-GALENO, Sobre la historia de la Filosofía 89) Eutímenes de Masalia piensa que el río debe sus crecidas al agua que recibe del océano y del mar exterior.

 

F 3 FILEAS (Fil.) (vol. I/1)
PERIPLOS O PERIEGESIS
 
1 (AVIENO, Orla marítima 691-696) Muchas razones nos han llevado a narrar con minuciosa pluma sobre el Ródano. Mas nunca mi ánimo se verá inclinado a aquello de afirmar que Europa y Libia están separadas por este río. Aunque Fileo diga que antiguamente fue tal el parecer de sus habitantes, sea motivo de desprecio y de risa esta bárbara ignorancia y táchese con el término adecuado.
2 (DIONISIO, HIJO DE CALIFONTE, 31-38) Grecia parece que se extiende de forma totalmente ininterrumpida a partir de Ambracia, y su término se encuentra en el río Peneo, según escribe Fileas, y en el monte de los magnesios llamado Hómole. Algunos, sin embargo, afirman que Macedonia forma parte de Grecia, que Fileas se equivoca al excluirla y que ello es algo evidente para los más afanados estudiosos.
3 (ESTEBAN DE BIZANCIO, s.v. Ἀμβρακία) Ciudad de Tesprocia llamada así por Ámbrace, hijo de Tesproto y nieto de Licaón, o por Ambracia, hija de Augeas, sobre la cual trata Fileas. El étnico es ambraciense y ambraciota. Sin embargo Filisto emplea ambracino según la forma siciliana. Aparece también con p en lugar de b...
4 (Escolio a EURÍPIDES, Andrómaca 1) Esplendor de la tierra asiática, ciudad de Tebas: se refiere a la Tebas Hipoplacia en Asia, la que tuvo por rey a Eetión. Dicearco refiere que allí se estableció una parte de la expedición de Cadmo. Algunos ubican también en la llanura de Tebas a Crisa y a Lirneso, como es el caso de Esquilo, que llama lirnesia a Andrómaca en Los frigios, donde además da una versión extraña al considerar a ésta hija de Andremón cuando dice: "vástago de Andremón *** el lirnesio, de donde Héctor te tomó por esposa querida". Fileas dice que también hay una Tebas en Tesalia, en el distrito de la Ptiotis. Teopompo, en el libro tercero de las Helénicas, afirma que también hay otra cerca de Mícale, y que los milesios intercambiaron ésta con los samios. Hay cinco Tebas: la Hipoplacia, la beocia, la egipcia, la de la comarca de la Ptiotis y la de las cercanías de Mícale.
5 (HARPOCRACIÓN, s.v. Θερμοπύλαι) Isócrates en el Panegírico. Algunos llaman a esta ciudad Pilas, pero Fileas afirma en la Periegesis que se llama Termópilas, debido a que Atenea hizo allí unos baños termales para Heracles.
6 (ESTEBAN DE BIZANCIO, s.v. Ἀνδρία) Una ciudad de Elea y otra de Macedonia, según Fileas en los Periplos. El apelativo de sus habitantes es andriense, de acuerdo con Téupalo, autor de unas Eléacas.
7 (Escolio a SÓFOCLES, Áyax 883a) O de entre los ríos que fluyen hacia el Bósforo: de entre los ríos de la Tróade que fluyen hacia el Bósforo. Hay dos Bósforos: uno en la Propóntide y otro el Tracio, según dice Fileas.
8 (ESTEBAN DE BIZANCIO, s.v. Ἄνθεια) Una ciudad del Peloponeso cercana a Argos, según Filón. Su étnico es antense. Es Antea también una ciudad del Ponto en Tracia, colonia de los milesios y de los foceos, a la que se refieren muchos autores, y entre ellos Fileas. Es además una aldea de Libia. Y es igualmente una ciudad de Italia cercana a Roma, que cambió su nombre por el de Ancio, según se referirá.
9 (Etymologicum Magnum, s.v. Ἀργανθών) Como por ejemplo: junto al monte Argantoneo y la desembocadura del Cío. Algunos, sin embargo, denominan a éste Argantone. Pero Euforión y Fileas lo llaman Argantonio, con i, como se ve en: ayer a mí mientras dormía junto al monte Argantonio. Símilo llama así a un río, como muestra lo siguiente: junto a la ruidosa corriente del misio Argantone.

10 (ESTEBAN DE BIZANCIO, s.v. Ἄβυδοι) Tres ciudades. Una situada en el Helesponto, colonia de los milesios, según Dionisio: donde Sesto y Abido ubicaron frente por frente sus puertos. Otra en Egipto, colonia de los mismos, llamada así por cierto Abido. Y otra en Yapigia o Italia, con forma neutra, según precisa Fileas: "hay también una pequeña ciudad de Yapigia, en el territorio de los peucetios, llamada así, Ἄβυδον, en nominativo".

11 (MACROBIO, Saturnales V 20, 7) Voy a enumerar a quienes a su vez se han referido a Gárgara como ciudad. Éforo, el famosísimo autor de las Historias, dice así en su libro quinto: "después de Aso viene Gárgara, ciudad cercana a ella". Y no sólo Éforo, sino también un autor antiguo como Fileas refiere en su libro titulado Asia lo siguiente: "después de Aso viene la ciudad denominada Gárgara, y a ésta le sigue Antandro".
12 (Etymologicum Magnum, s.v. Ἀῷος) Río de Chipre. En efecto, Adonis se llamaba Ao, y a partir de él también los reyes chipriotas. Zoilo el Cedrasense afirma que él recibió tal nombre por su propia madre, pues la hija de Teante no se llama Esmirna, sino Aoa. Fileas refiere que el primer rey se llamó Aoo, hijo de Eos y de Céfalo, por el cual también un monte recibió el nombre de Aoyo. De dicho monte nacen dos ríos, el Séraco y el Plieo, a uno de los cuales Partenio lo ha llamado Aoo, si bien pudo recibir tal denominación porque sus aguas fluyen hacia Oriente, como dice Partenio: el cual brota de los montes Coricios, que quedan a Levante. Pero es posible que se llamara así en atención a que Cilicia era conocida antiguamente con el nombre de Aoa.
13 (HERODIANO, Sobre la palabra peculiar, s.v. Ζεύς) Los masculinos que acaban en -ευς tienen siempre en el nominativo más de una sílaba, según se ve en ἀριστεύς, βασιλεύς, Perseo, Porteo... Por tanto Zeus, al ser monosílabo y evitar tal pluralidad de sílabas, supone con razón una singularidad en los temas en -ευς. Pues Neo, aplicado a un río, como dice Fileas, es una forma extraña.
 
F 4 DAMASTES (Dam.) (vol. I/1)
PERIPLO O CATÁLOGO DE PUEBLOS Y CIUDADES O SOBRE LOS PUEBLOS
 
1 (ESTEBAN DE BIZANCIO, s.v. Ὑπερβόρεοι) Pueblo. Protarco expone que los Alpes reciben el nombre de montes Ripeos, y que cuantos habitan más allá de la cordillera de los Alpes se denominan todos hiperbóreos. Antímaco dice que son los mismos que los Arimaspos. Pero Damastes refiere en Sobre los pueblos que por encima de los escitas viven los isedones, más arriba de éstos los arimaspos, y que por encima de los arimaspos se encuentran los montes Ripeos, desde donde sopla el Bóreas, montes que nunca se ven privados de nieve. Y añade que más allá de dichos montes se extienden los hiperbóreos hasta el otro mar. A su vez otros defienden opiniones distintas. Helánico escribe “Ὑπερβόρειοι”, con diptongo.
[2] (AVIENO, Orla marítima 370-374) [= F 1 (Esc.), fr. 8]
[3] (Papiros de Oxirrinco XIII 1611, fr. 8, cols. I [frs. 18-19]-II Lobel) Pueblo *** persas se extienden hasta Arabia *** también Damastes *** coinciden en territorio de los árabes.
[4 A] (PLINIO, Historia natural VII 154) Helánico dice que ciertos individuos del pueblo de los epeos en Etolia cumplen los doscientos. Con él concuerda Damastes al recordar cómo Pictoreo, que destacaba entre ellos por su cuerpo y robustez, llegó a vivir incluso trescientos. [B] (VALERIO MÁXIMO, VIII 13 [ext.], 6) Helánico dice que ciertos individuos del pueblo de los epeos, que forma parte de Etolia, cumplen los doscientos años, opinión que se ve refrendada por Damastes al afirmar, además de esto, que un tal Litorio, el más robusto entre ellos y dotado de enorme estatura, llegó a sumar trescientos.
[5] (ESTRABÓN, I 3, 1) Precisamente él mismo [Eratóstenes] refiere una de las sandeces de éste [de Damastes], el cual sostiene que el golfo Arábigo es un lago y que Diotimo, el hijo de Estrómbico, al conducir una legación de los atenienses remontó el Cidno desde Cilicia hasta el río Coaspes, que pasa por Susa, y llegó en cuarenta días a Susa, información que le había referido el propio Diotimo, añadiendo que se quedaba maravillado de que fuera posible que el Cidno, tras atravesar el Éufrates y el Tigris, desembocara en el Coaspes.
[6] (XIII 1, 4) Al haberse dispersado, pues, los eolios por toda la región que, según dijimos, recibe el nombre de troyana por parte del poeta [Homero], con posterioridad unos llaman Eólide a toda ella y otros a una parte, así como unos llaman Troya a la totalidad y otros a una parte de ésta, sin llegar en absoluto a pleno acuerdo entre sí. Pues, por ejemplo, en lo tocante a los lugares ribereños de la Propóntide, Homero fija el comienzo de la Tróade en el Esepo; Eudoxo en Priapo y Ártace..., reduciendo sus límites a un ámbito menor; Damastes los reduce todavía más al fijarlo en Pario, dado que también él los hace llegar hasta el Lecto, mientras otros defienden opiniones distintas; Caronte de Lámpsaco suprime otros trescientos estadios, ya que fija su comienzo en el Practio..., sin embargo hace llegar sus límites hasta Adramitio; Escílax de Carianda, a su vez, fija el comienzo en Abido, del mismo modo que Éforo dice que la Eólide se extiende desde Abido hasta Cime, si bien otros defienden opiniones distintas.
[7] (XIV 6, 4) ¿Qué necesidad hay de asombrarse de los poetas... cuando los comparamos con los escritos de Damastes, el cual da la extensión de la isla [Chipre] de Norte a Sur desde Hierocepia, según dice, hasta Clides? Ni siquiera lleva razón Eratóstenes, pues al censurar a éste dice que Hierocepia no está al Norte, sino al Sur, cuando en realidad tampoco se encuentra al Sur, sino a Occidente.